martes, 22 de septiembre de 2009

Prólogo, Introducción y Notas.

Génesis

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" (Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

LOS ORÍGENES DEL UNIVERSO Y DE LA HUMANIDAD

La fe de Israel en el Dios creador encontró su máxima expresión literaria en el gran poema de la creación, que ahora figura al comienzo de la Biblia. Una verdad se perfila a lo largo de todo este relato: el universo, con todas las maravillas y misterios que encierra, ha sido creado por el único Dios y es la manifestación de su sabiduría, de su amor y su poder. Por eso, cada una de las cosas creadas es "buena" y el conjunto de ellas es "muy bueno". En ese universo, al hombre le corresponde un lugar de privilegio, ya que Dios lo creó "a su imagen" y lo llamó a completar la obra de la creación.
Pero el relato del origen del universo sirve de prólogo a lo que constituye el principal centro de interés de los once primeros capítulos del Génesis, a saber, el drama de la condición humana en el mundo. Los diversos personajes que se van sucediendo –Adán y Eva, Caín y sus descendientes, los pueblos que intentan edificar la torre de Babel– representan arquetípicamente a la humanidad entera que pretende ocupar el puesto de Dios, constituyéndose así en norma última de su propia conducta. Esta pretensión, en lugar de convertir al hombre en dueño de su destino, hizo entrar en el mundo el sufrimiento y la muerte, rompió los lazos fraternales entre los hombres y provocó la dispersión de los pueblos. En el marco de esta historia, Dios va a realizar su designio de salvación.
Para describir este drama, los autores inspirados no recurrieron a formulaciones abstractas. Lo hicieron por medio de una serie de relatos convenientemente ordenados, de hondo contenido simbólico, que llevan la impronta del tiempo y de la cultura en que fueron escritos. Por eso, al leer estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y actualidad permanentes, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo cultural común a todos los pueblos del Antiguo Oriente.

Alguna Notas Aclaratorias.

1 26-27. "Hagamos al hombre": el término "hombre" corresponde a la palabra hebrea "adám", que tiene un significado genérico y designa a toda la especie humana. Aquí no se habla de una pareja –"un" hombre y "una" mujer, como en los capítulos 2 y 3– sino de toda la especie humana: es la humanidad como tal la que ha sido creada a imagen de Dios. El plural "hagamos" indica una deliberación de Dios, que pone de relieve la importancia de la obra que él va a realizar.
2 7. El texto hebreo utiliza aquí dos expresiones semejantes "adám" y "adamá" –que significan respectivamente "hombre" y "suelo"– para poner de relieve la estrecha relación que existe entre el hombre y el medio donde habita.
8. El hombre es mortal por naturaleza y debe retornar al suelo de donde fue sacado (3. l9). Pero Dios, gratuitamente, lo introdujo en "el jardín de Edén", símbolo de la amistad divina, y le concedió el acceso al "árbol de la vida", símbolo de la inmortalidad (v. 9). El mandamiento impuesto por Dios muestra que la amistad con él y el don de la inmortalidad estaban condicionados por la respuesta libre del hombre.
9. "El árbol del conocimiento del bien y del mal": la realidad representada por este símbolo no puede ser simplemente el discernimiento moral –prerrogativa que Dios no niega al hombre– sino la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y malo, independientemente de Dios. Al desobedecer el mandato divino, el hombre reivindica para sí una autonomía que no se conforma con su condición de criatura y usurpa un privilegio exclusivo de Dios.
18-22. La inferioridad social de la mujer era un hecho aceptado en la antigüedad. El relato bíblico, en cambio, muestra que este hecho no responde a la intención original del Creador, sino que es una imperfección introducida en el mundo por el pecado. La mujer ha sido formada "del" hombre; ella es la única ayuda adecuada a él; es "hueso de sus huesos y carne de su carne". Todas estas imágenes indican que el hombre y la mujer participan de un mismo destino y de una misma condición, y explican la íntima relación que los une y que se funda en el atractivo mutuo.
3 Si el mundo ha sido creado por Dios, y él solo puede querer el bien de sus criaturas, ¿cómo es que la tierra se ha convertido en un "valle de lágrimas"? El siguiente relato arroja un rayo de luz sobre esta inquietante pregunta. En él se explica que todas las penalidades y miserias que afligen a los hombres no corresponden al designio original de Dios. La situación actual de la humanidad es consecuencia del pecado de "Adán", nombre genérico que designa, a la vez, al primer hombre y a toda la humanidad representada en él. Al transgredir el mandamiento divino, el hombre se privó voluntariamente de los dones que Dios le ofrecía. Y como consecuencia de su pretensión de ser igual a Dios, lo único que experimentó fue su propia "desnudez", es decir, su indigencia absoluta.
Pero Dios no abandona a la humanidad pecadora. Por eso, a la "maldición" que pesa sobre la tierra a causa del pecado, el Génesis opone la "bendición", que alcanzará finalmente a todos los hombres, por medio de Abraham y de su descendencia (12. 1-4). Esta descendencia es Cristo, el nuevo Adán, gracias a quien, allí "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5. 20).
1. EI culto de la "serpiente" estaba extendido por todo el Oriente antiguo. Por su forma y su comportamiento singulares, este animal tenía un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad, como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta. El texto bíblico describe a la serpiente como un ser hostil a Dios, a quien acusa de mentira y envidia (vs. 4-5), y hostil también al hombre, a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino. Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol. Estos indicios hacen suponer que el autor del relato tiene en vista ciertas formas de adivinación y de magia practicadas en Canaán, y asociadas con la serpiente, símbolo de la sabiduría y de los poderes ocultos. Al condenar a la serpiente, se condena la religión cananea, que pretendía conseguir con esas prácticas una sabiduría sobrehumana. La reflexión posterior identificará a la serpiente con el "demonio" (Sab. 2.24; Jn. 8.44) y con Satanás (Apoc. 12.9;20. 2).
15. La enemistad puesta por Dios entre los dos culpables –la mujer y la serpiente seductora– proseguirá entre la descendencia de una y otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha contra los poderes del mal, que intentarán precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del hombre, que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de la salvación.
20. El nombre "Eva", en hebreo, tiene cierta semejanza con el verbo que significa "vivir".
4 El episodio relatado en los vs. 1-16 supone una civilización ya evolucionada: la vida pastoril se opone a la agricultura (v. 2); ya se ofrecen sacrificios a Dios (vs. 3-4); existen otros hombres que pueden matar a Caín (v. 14) y los miembros de su propia tribu podrán vengarlo (v. 15). Estos indicios muestran que el episodio de Caín y Abel no debe ser interpretado como un hecho "histórico", que tuvo por actores a los hijos del primer hombre, sino como un "ejemplo arquetípico", que pone de manifiesto los efectos de la desobediencia narrada en el capítulo anterior: después del pecado del hombre contra Dios, se desencadena la lucha del hombre contra el hombre, y a causa de este primer crimen la muerte hace su entrada violenta en el mundo. El crimen de Caín no escapa a la justicia divina (vs. 9-12), pero Dios le dirige una advertencia antes de su falta, y la pena es atemperada por la misericordia: la marca que recibe Caín es una señal que lo protege.
23-24. Este canto, denominado habitualmente "canto de la espada", ha sido compuesto para gloria de Lamec, un héroe del desierto. Su presencia en este lugar atestigua la ferocidad siempre en aumento de los descendientes de Caín y muestra como el pecado va extendiendo su dominación sobre el mundo. El número "setenta y siete" indica que la venganza es ilimitada. En contraposición con esta actitud, la ley del talión (Éx. 21.23-25; Lev. 24. 19-20; Deut. 19. 21), al imponer un castigo igual a la ofensa, reduce la venganza a sus justos límites. El Apóstol Pedro, en cambio, recibirá de Jesús la orden de perdonar "setenta veces siete" (Mt. 18. 22).
25. "Adán", nombre propio del primer hombre, corresponde al hebreo "Adám", que significa "hombre". Ver notas 1. 26-27; 2. 7.
26. "El Señor": siguiendo una costumbre judía, algunas versiones antiguas y modernas de la Biblia sustituyen con esta expresión el nombre del Dios de Israel, que en el texto hebreo aparece solamente con sus cuatro consonantes: YHWH. Hacia el siglo IV a.C., los judíos dejaron de pronunciar ese nombre y lo sustituyeron por Adonai, "el Señor". De allí que sea difícil saber cómo se lo pronunciaba realmente aunque varios indicios sugieren que la pronunciación correcta es Yahvé. Según las tradiciones "elohísta" (Éx. 3. 13-15) y "sacerdotal" (Éx. 6. 2-3), este nombre divino fue revelado por primera vez a Moisés. En cambio, para la tradición "yahvista" –a la que pertenece este versículo– ya era conocido e invocado desde los orígenes de la humanidad. Esto último indicaría que el nombre Yahvé tiene un origen preisraelita.
5
Esta lista genealógica atribuye una longevidad extraordinaria a los primeros patriarcas, según la antigua creencia de que la duración de la vida humana había disminuido en el transcurso de las edades. Esta disminución estaba relacionada con el progreso del mal, porque una vida larga es una bendición de Dios (Prov. 10. 27). El patriarca Henoc (v. 22) presenta un caso particular: de él se dice que vivió menos tiempo, pero sus años forman una cifra perfecta –365– que son los días del año solar. La mención de su muerte es reemplazada por la de su misteriosa desaparición. Ver Heb. 11. 5.
6 1-4. EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se vale de él para ilustrar –como podría hacerlo una parábola– la corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes (5-6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo.
17. El relato del "Diluvio" combina dos tradiciones paralelas, originariamente independientes: una "sacerdotal", y otra "yahvista". Al combinar las dos tradiciones el redactor definitivo respetó esos testimonios recibidos del pasado, sin tratar de eliminar algunas incongruencias en los detalles. Según la tradición "yahvista", por ejemplo, Noé introduce en el arca siete parejas de animales puros y una de impuros; la tradición "sacerdotal", en cambio, menciona una pareja de cada especie. Hay varias narraciones babilónicas del diluvio que presentan sorprendentes analogías con el relato bíblico.
En ellas se conserva el recuerdo de una gran inundación acontecida en la región del Tigris y del Éufrates, que la imaginación popular elevó a las proporciones de un cataclismo universal. A pesar de esas semejanzas, el texto bíblico aparece despojado de todo rasgo politeístico y cargado de un hondo contenido moral: el "Diluvio" simboliza el juicio de Dios sobre el mundo pecador y la salvación concedida a los justos, representados por Noé. Según el Nuevo Testamento, Noé y su familia son una figura de los salvados a través de las aguas del Bautismo (1 Ped. 3. 20-21).
9 4-5. Según la concepción de los antiguos hebreos, "la vida de toda carne es su sangre" (Lev. 17. 11, 14; Deut. 12. 23). En esta concepción se funda la importancia primordial de la sangre en el ritual de los sacrificios y en la realización de las alianzas (Éx. 24. 8). Como la vida pertenece exclusivamente a Dios, al hombre le está prohibido comer la sangre y Dios mismo vengará todo derramamiento de sangre humana.
18-27. Los tres hijos de Noé representan en este relato "yahvista" a las tres grandes familias en que los antiguos hebreos dividían el mundo habitado. El punto esencial del relato es la bendición de Sem y la maldición de Canaán. El primero es el antepasado de Israel; el segundo personifica a los habitantes de Palestina, que fueron despojados y subyugados por los israelitas. La maldición alcanza a una cultura, cuya religión era para los israelitas sinónimo de corrupción e inmoralidad.
10 Aunque tiene la forma de una lista genealógica, este capítulo no se ocupa de individuos sino de pueblos agrupados por afinidades históricas y geográficas. Los descendientes de Jafet pueblan el Asia Menor y las islas del Mediterráneo. Los descendientes de Cam se encuentran en las regiones meridionales: Arabia, Etiopía y Egipto. Canaán es asociado a estos últimos, en recuerdo de la dominación egipcia sobre la región de ese mismo nombre. Los antepasados de los hebreos son mencionados entre los descendientes de Sem, junto con los elamitas, los asirios y los arameos. La lista afirma la unidad del género humano, dividida en grupos nacionales a partir de un tronco común. El cuadro se completa en 11. 10-32, con la genealogía de Abraham: al situar al patriarca en este vasto contexto histórico y geográfico, se indica que el pueblo nacido de él está llamado a realizar un designio que abarca a todas las naciones de la tierra.
11 4. "Para perpetuar nuestro nombre": esta es una expresión del orgullo humano, que pretende darse a sí mismo el honor y la gloria que corresponden al nombre de Dios (Sal. 115. 1). En contraposición con el capítulo anterior, la "parábola" de la torre de Babel presenta la variedad de las lenguas y la dispersión de los pueblos con una visión pesimista; ellas son el castigo divino a la pretensión de eregir una civilización fundada en la autoexaltación del hombre y en el olvido de Dios. El milagro de las lenguas en Pentecostés (Hech. 2. 5-12) es el reverso de la confusión provocada en Babel.
12 6. La "encina de Moré" era un árbol sagrado que estaba en las cercanías de Siquém.
11-20. Esta anécdota se vuelve a repetir, con ligeras variantes de circunstancias y de personas, en 20. 1-14 y en 26. 6-11.
14 Esta narración presenta algunas características que le asignan un lugar aparte dentro del Pentateuco y tal vez de toda la Biblia. El relato carece del tono familiar propio de las otras tradiciones patriarcales; su estilo es impersonal, y Abraham –que es llamado "el hebreo"– protagoniza un episodio de proyecciones internacionales.
17-20. Según la costumbre de Canaán, el rey era también el responsable supremo del culto. Por eso Melquisedec era al mismo tiempo "rey de Salém" (Jerusalén) y "sacerdote de Dios, el Altísimo", una divinidad venerada en Canaán. Melquisedec honró a Abraham con un banquete (v. 18), y esta comida en común parece haber sellado una alianza. La indicación de 2 Sam. 18. 18 permite ubicar el "valle del Rey" en las proximidades de Jerusalén. El Nuevo Testamento presentará a Melquisedec como figura de Cristo, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza (Heb. 7).
15 9-10. Aquí se describen los preparativos para un rito imprecatorio muy antiguo, cuyo significado se aclara en Jer. 34. 18; cuando se pronunciaba un juramento solemne, la persona pasaba entre los animales partidos por la mitad, y reclamaba para sí la misma suerte de esas víctimas si faltaba a su palabra. Así el Señor ratifica con un juramento la promesa hecha a Abraham, de darle una descendencia numerosa (vs. 1-6) y la tierra de Canaán (vs. 7-18).
18. "Desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río": estos son los límites ideales de la Tierra prometida (Jos. 1. 4), que de hecho, nunca fueron ocupados totalmente por los israelitas.
16 2. Según las costumbres de la época, una mujer estéril podía dar una sirvienta a su esposo y reconocer como propios a los hijos nacidos de esa unión. Lo mismo que hace Sara lo harán más tarde Raquel (30. 1-6) y Lía (30. 9-13), las esposas de Jacob.
7. En los textos bíblicos más antiguos, el "Ángel del Señor" (22. 11; Éx. 3. 2) o el "Ángel de Dios" (21. 17; 31. 11; Éx. 14. 19) no es un ángel creado, distinto de Dios, sino Dios mismo que se manifiesta a los hombres de manera visible. El v. 13 señala explícitamente esta identificación.
17 Según este relato "sacerdotal", la alianza sella las promesas de Dios a Abraham (v. 8), pero esta vez la iniciativa divina exige una respuesta humana. Además de la fidelidad a Dios y de la perfección moral, se impone a Abraham una prescripción de carácter positivo: la circuncisión (vs. 9-14).
1. "Dios Todopoderoso", en hebreo "EI Saddai": este es un antiguo nombre de Dios, frecuente en los relatos "sacerdotales" de la historia patriarcal (28. 3; 35. 11; 43. 14; 48. 3; 49. 25; Éx. 6. 3), que los israelitas tomaron probablemente de la tradición de los pueblos semitas. La traducción "Dios Todopoderoso" se apoya en algunas versiones antiguas. Entre los autores modernos, algunos piensan que su sentido probable es "Dios de las montañas".
5. El "nombre", en la mentalidad antigua, no era una simple designación exterior, sino que determinaba de alguna manera la naturaleza íntima del ser o la persona que lo llevaba (2. 20).
Un cambio de nombre implica, por eso mismo, un cambio de función o de destino.
10-14. La circuncisión o corte del prepucio es una práctica muy antigua, realizada generalmente como rito de iniciación a la pubertad o al matrimonio. En el Antiguo Oriente, era observada por varios pueblos vecinos de Israel, entre ellos los egipcios, los edomitas, los amonitas, los moabitas y algunos otros pueblos nómadas (Jer. 9. 25). Los filisteos y los habitantes preisraelitas de Canaán la ignoraban. En Israel, se practicó como rito de incorporación al Pueblo de Dios, y debía llevarse como una señal de adhesión a la alianza (v. 13).
18 En este relato, Abraham aparece como el "amigo de Dios", que conversa familiarmente con él y lo recibe como huésped. Con ocasión de su visita, Dios renueva su promesa (v. 10), lo cual provoca la risa de Sara (v. 12), como antes había provocado la de Abraham ( 17. 17). Esta risa explica el nombre de Isaac, cuyo significado es: "que (Dios) sonría", "que se muestre favorable".
19 Este antiguo texto recuerda un cataclismo ocurrido en la región meridional del Mar Muerto, que provocó la destrucción de Sodoma, Gomorra y otras ciudades vecinas (10. 19; 14. 2). La destrucción de estas ciudades quedó como modelo arquetípico del juicio de Dios sobre el pecado (Deut. 29. 22; Is. 1. 9; Jer. 49. 18; Am. 4. 11).
26. El folklore israelita explica con esta leyenda la forma de una roca o de una formación salina, situada al sudoeste del Mar Muerto.
30-38. Este relato utiliza probablemente una tradición de los moabitas y amonitas, que en su forma original no constituía un vituperio sino un motivo de orgullo: ellos podían gloriarse de un origen, que mostraba la heroica decisión de sus madres y aseguraba la pureza de su raza. En efecto, convencidas de que su padre y ellas eran los únicos sobrevivientes, y llevadas por el deseo de ser madres y de perpetuar la raza, las hijas de Lot emplean el único recurso disponible. Y de hecho, no se avergüenzan del origen de sus hijos, sino que lo dejan consignado en sus nombres: mediante una etimología popular, los nombres de Moab y Ben Amí (Amón) se explican respectivamente como "salido del padre" e "hijo de mi pariente". Como la legislación israelita condena severamente las relaciones incestuosas (Lev. 18), este motivo de gloria se convierte en una burla mordaz contra los dos pueblos enemigos.
22 Dios pone a prueba una vez más la fe de Abraham, al exigirle el sacrificio de su hijo Isaac. El episodio narrado parece haber sido originariamente el relato de fundación de un santuario israelita. Según una tradición posterior, Moria es la colina donde fue erigido el Templo de Jerusalén (2 Crón. 3. 1 ). Además, el texto implica la condenación de los sacrificios de niños que eran comunes entre los pueblos vecinos a Israel (Deut. 12. 31), y que incluso los israelitas practicaron ocasionalmente (2 Rey. 3. 27; 16. 3; 21. 6; 23. 10). Los textos legislativos y proféticos ratifican esta condena. Ver nota Jc. 11. 30-31.
23 Mediante la adquisición de un sepulcro familiar, Abraham obtiene un título de propiedad y un derecho de ciudadanía en Canaán. Junto con el nacimiento de Isaac, este es el primer paso hacia el cumplimiento de la promesa ( 12. 7; 13. 15; 15. 7).
24 2. "Coloca tu mano debajo de mi muslo": este es un gesto simbólico que confiere mayor solemnidad al juramento. El contacto con las partes genitales parece implicar la amenaza de esterilidad o la pérdida de la descendencia, si se quebrantaba el juramento.
25 23. La lucha de los niños en el seno materno explica la hostilidad de dos pueblos hermanos: los edomitas, descendientes de Esaú, y los israelitas, descendientes de Jacob. Los edomitas fueron sometidos por David (2 Sam. 8.13-14) y sólo varios siglos después pudieron liberarse definitivamente (2 Rey. 8.20-22).
26. Esta es una explicación popular, que asocia el nombre de Jacob a la palabra hebrea que significa "talón".
30. "Comida rojiza": el texto hebreo encierra un juego de palabras entre "Adóm", que significa rojo, y Esaú, padre de Edóm.
34. Según la legislación israelita –que en este punto coincide con otros antiguos códigos orientales– el primogénito tenía derecho a una doble parte de la herencia paterna (Deut. 21. 15-17).
28 1-3. Según el relato precedente, Jacob huye a Mesopotamia para librarse de la venganza de Esaú. Este texto "sacerdotal", en cambio, ignora por completo el episodio anterior, y explica la partida como la orden que dio Isaac a su hijo de buscar una esposa de su propia familia. En la queja de Rebeca (27. 46) y en la actitud de Esaú (vs. 6-9) se puede entrever una preocupación característica del período postexílico: el repudio de los matrimonios con mujeres paganas, fundado principalmente en motivos religiosos. Ver Esd. 9; Neh. 13. 23-27.
29 25. La esposa iba cubierta con un velo durante toda la ceremonia nupcial, que concluía cuando ya era de noche: de allí la posibilidad del engaño.
32. La rivalidad de Lía y Raquel sirve para explicar los nombres de los hijos de Jacob. El significado de estas etimologías populares es a veces oscuro.
30 3. "Que dé a luz sobre mis rodillas": este es un expresivo gesto de adopción. Al recibir sobre sus rodillas al hijo de su esclava, la esposa estéril lo tomaba como suyo y luego le ponía un nombre (v. 6). Ver nota 16. 2.
14. La "mandrágora" era una planta que según las creencias antiguas poseía virtudes afrodisíacas y favorecía la fecundidad. El término hebreo que la designa tiene la misma raíz que la palabra "amor". La creencia se funda en la forma del tubérculo de esa planta, que parece un tronco humano.
25-43. De esta manera, el folklore israelita describe el honrado desquite de Jacob sobre el astuto y codicioso Labán. Jacob exige como única paga las ovejas negras y las cabras moteadas, porque estos animales son raros (v. 32). Pero después se vale de un recurso "mágico" para multiplicarlas, y así acrecentar sus riquezas (vs. 37-43). A través de este relato popular, se manifiesta la acción de Dios que protege y bendice a Jacob.
31 19. Los "ídolos familiares" eran pequeñas estatuas, a veces con figura humana, que se usaban para la adivinación. Labán los llama sus "dioses" (v. 30). Según el uso mesopotámico, estos ídolos domésticos pasaban al heredero principal, y su posesión era un título hereditario. De allí el empeño de Labán por recuperarlos.
39. El pastor quedaba libre de toda deuda si presentaba los restos del animal devorado por las fieras (Éx. 22. 12).
42. "EI Terror de Isaac": este es otro de los nombres con que se designa a Dios en la historia de
los Patriarcas. Ver nota 17. 1.
32 25-33. Este extraño relato explica el origen del nombre "Israel", cuyo significado real parece ser "que Dios prevalezca", pero que aquí se pone en relación con la fortaleza de Jacob en su lucha cuerpo a cuerpo con Dios. El autor "yahvista" ha construido su relato sobre la base de un antiguo cuento popular y, al aplicarlo al antepasado de Israel, le da un contenido nuevo: Jacob es puesto a prueba, pero lucha con Dios hasta arrancarle una bendición (v. 27). Esa bendición es el cambio de nombre (vs. 28-29) y, gracias a ella, Dios tendrá que conceder su favor a todos los que en adelante lleven el nombre de "Israel". Ver nota 17. 5.
34 Esta narración presenta un cuadro muy vivido de las relaciones entre los primeros israelitas y sus vecinos cananeos. El rapto y la violación (v. 2), la propuesta de matrimonio y los intentos de negociación (vs. 6-19), el saqueo de la ciudad y la matanza (vs. 25-29), muestran el carácter inestable de esas relaciones. Los hijos de Jacob –que el relato describe como pastores seminómadas– se avenían a veces a un acuerdo para obtener ventajas; otras, en cambio, hacían incursiones contra los habitantes de la ciudad y se entregaban al pillaje.
35 1-2. El viaje de Jacob a Betel tiene todas las características de una peregrinación al lugar donde Dios se le había aparecido (28. 10-22). De allí las purificaciones rituales y el cambio de ropa, acciones simbólicas mediante las cuales el peregrino se presentaba renovado delante de Dios.
4. Estos aros se usaban como amuletos en las fiestas religiosas paganas. Ver Os. 2. 15.
37 5. "José tuvo un sueño": los sueños desempeñan un papel muy importante en toda la historia de José. Estos sueños no son revelaciones en las que Dios habla directamente –como en los casos de Abimélec (20.3), de Jacob (28. 12-15;31. 11-13) y de Labán (31. 24)– sino premoniciones o presagios, y Dios concede a José la sabiduría necesaria para interpretarlos.
17. "Dotán" era una ciudad situada en la llanura de lzreel, a un día de camino al norte de Siquém.
25-36. La incongruencia de esta narración se debe a la yuxtaposición de dos tradiciones diversas: una "elohista" y otra "yahvista". Según la primera, Rubén consigue que José sea arrojado a una cisterna, y unos negociantes madianitas pasan sin ser vistos, lo sacan de allí y lo llevan a Egipto. Según la otra tradición, Judá propone a sus hermanos que lo vendan a una caravana de ismaelitas que van de paso hacia Egipto.
38 8-10. "Para cumplir con tus deberes de cuñado": Judá se refiere a la "ley del levirato", que prescribía el matrimonio con la viuda del propio hermano, si este moría sin tener hijos. Así se evitaba que el nombre del difunto desapareciera de su pueblo –ya que los hijos del segundo matrimonio pertenecían legalmente al hermano fallecido– y también se impedía que el patrimonio saliera de la familia. Ver Deut. 25. 5-10.
14. Tamar "se cubrió con un velo", como lo hacían las prostitutas en Canaán. Su conducta enfrentaba las reglas de la moral vigente y ponía en peligro su vida. Pero como estaba motivada por un deber de fidelidad hacia su esposo, terminó mereciendo el elogio de su suegro (v. 26).
44 5. "La copa con la que consulta los presagios": la adivinación por medio de líquidos es una práctica bien atestiguada en el Antiguo Oriente, especialmente en Babilonia. El sonido o los movimientos del agua al caer en la copa, o la figura que formaban las gotas de aceite derramadas sobre el agua, eran interpretadas como signos o presagios. De allí que la importancia del recipiente que llevaban los hermanos de José, fuera mayor que su valor material.
4
6 34. "Los egipcios sienten abominación por todos los pastores": esta aclaración –que fue añadida al relato original– evoca el odio de los egipcios hacia un grupo de invasores denominados Hicsos, nombre que significa "pastores".
49 El "testamento de Jacob" incluye un conjunto de oráculos con características diversas: algunos aluden a hechos pasados (vs. 4, 6); otros son predicciones del futuro; pero en general, describen la situación de las tribus israelitas ya establecidas en Canaán. La preeminencia asignada a Judá y las bendiciones concedidas a la casa de José (Efraím y Manasés), reflejan una época en que esas tribus desempeñaban un papel destacado en la vida nacional. Esto indica que el poema, en su forma definitiva, no es anterior al reino de David, aunque contiene elementos mucho más antiguos. El carácter arcaico del texto, sumado a su estilo poético, hace que su interpretación resulte extremadamente difícil.
10. "Hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia": esta es la traducción probable de una frase enigmática, interpretada generalmente en sentido mesiánico. Judá es la tribu del rey David. La dinastía davídica ejercerá la realeza -simbolizada en el "cetro" y el "bastón de mando"- hasta que llegue un rey ideal, que extenderá su dominio sobre los pueblos. Estos le prestarán obediencia, y entonces habrá una paz y una abundancia sin precedentes. Según una antigua interpretación judía, revalorizada por algunos exégetas modernos, el texto debería traducirse: "hasta que le sea presentado el tributo y los pueblos le rindan homenaje".

Capítulo 1. La Creación del Mundo y La Caída del Hombre

LA CREACIÓN DEL MUNDO Y LA CAÍDA DEL HOMBRE

1 1 Al principio Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.
3 Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió. 4 Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; 5 y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
6 Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió. 7 Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; 8 y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.
9 Dios dijo: "Que se reunan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió. 10 Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.11 Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió. 12 La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.13 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
14 Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, 15 y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió. 16 Dios hizo los dos grandes astros –el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche– y también hizo las estrellas. 17 Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, 18 para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. 19 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.
20 Dios dijo: "Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo". 21 Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. 22 Entonces los bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra". 23 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
24 Dios dijo: "Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie". Y así sucedió. 25 Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.
26 Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo".
27 Y Dios creó al hombre a su imagen;
lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
28 Y los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra". 29 Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. 30 Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así sucedió. 31 Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.

Comentario del Capítulo por Joaquín Andúgar
La interpretación personal que hago de de Este Capítulo, es que Dios fue ordenando los componentes de la tierra y después culminó su obra con la creación y bendición del hombre y la mujer para que procrearan y fueran felices dominando sobre todo ser vivo existente en la tierra. Creo que la Teoría de Adam y Eva es una manera de hacerse explicar a los hombres de aquél tiempo. Hubiera sido en aquel momento escandaloso hablarles de la teoría de la evolución de las especies. Por eso creo que el término día no hay que tomarlo como 24 horas. Sino como un Orden Cronológico para intentar de dar una explicación a la ordenación del Caos. Pero la idea fundamental es que Dios no crea al Hombre como a una criatura más. Sino Superior a todas las demás.
Nota: Aunque estudié Bachiller de Ciencias y sé que la evolución y adaptación de las especies existe, sin embargo a mi mismo me repugna la idea de que descendamos por evolución de los homínidos. Así que además del comentario expresado anteriormente quiero dejar claro que para mí en este Capítulo veo una expresión poética del Amor de Dios a sus Criaturas preferida El Hombre y la Mujer.
Si no conociera al Dios Vivo Jesucristo y a través de Él al Padre y al Espíritu Santo, no tendría reparos en decir que todo esto es un cuento chino como se dice popularmente cuando algo no es cierto. Pero por más que pese a los Ateos o Agnósticos la Verdad es que Existe y que su Existencia la podemos aprovechar para recibir bendiciones.

Capítulo 2. Relato de la Creación del Hombre y La Mujer.

2 1 Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
2 El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido. 3 Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que había creado.
4 Este fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.

La creación del hombre y la mujer

Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, 5 aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, 6 pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. 7 Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
8 El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. 9 Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10 De Edén nace un río que riega el jardín, y desde allí se divide en cuatro brazos. 11 El primero se llama Pisón: es el que recorre toda la región de Javilá, donde hay oro. 12 El oro de esa región es excelente, y en ella hay también bedelio y lapislázuli. 13 El segundo río se llama Guijón: es el que recorre toda la tierra de Cus. 14 El tercero se llama Tigris: es el que pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates.
15 El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y le dio esta orden: "Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, 17 exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte".
18 Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". 19 Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. 20 El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
21 Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. 22 Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. 23 El hombre exclamó:
"¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Se llamará Mujer,
porque ha sido sacada del hombre".
24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
25 Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.

Capítulo 3. La Tentación y El Pecado del Hombre. La Maldición de la Serpiente. El Castigo del Hombre.

La tentación y el pecado del hombre

3 1 La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?". 2 La mujer le respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. 3 Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte’". 4 La serpiente dijo a la mujer: "No, no morirán. 5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal". 6 Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. 7 Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
8 Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. 9 Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?". 10 "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí". 11 Él replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?". 12 El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él". 13 El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".

La maldición de la serpiente

14 Y el Señor Dios dijo a la serpiente:
"Por haber hecho esto,
maldita seas entre todos los animales domésticos
y entre todos los animales del campo.
Te arrastrarás sobre tu vientre,
y comerás polvo todos los días de tu vida.
15 Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu linaje y el suyo.
Él te aplastará la cabeza
y tú le acecharás el talón".
El castigo de la mujer
16 Y el Señor Dios dijo a la mujer:
"Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos;
darás a luz a tus hijos con dolor.
Sentirás atracción por tu marido,
y él te dominará".

El castigo del hombre

17 Y dijo al hombre:

"Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida.18 Él te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo.19 Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra,de donde fuiste sacado.¡Porque eres polvo y al polvo volverás!".
20 El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. 21 El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió.
22 Después el Señor Dios dijo: "El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre". 23 Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. 24 Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida.

Capítulo 4. Desde Adán Hasta el Diluvio

DESDE ADÁN HASTA EL DILUVIO
Caín y Abel

4 1 El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: "He procreado un varón, con la ayuda del Señor". 2 Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor. 3 Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, 4 mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza. 6 El Señor le dijo: "¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? 7 Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo".
8 Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. 9 Entonces el Señor preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". "No lo sé", respondió Caín. "¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?". 10 Pero el Señor le replicó: "¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo. 11 Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. 12 Cuando lo cultives, no te dará más su fruto, y andarás por la tierra errante y vagabundo". 13 Caín respondió al Señor: "Mi castigo es demasiado grande para poder sobrellevarlo. 14 Hoy me arrojas lejos del suelo fértil; yo tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la tierra errante y vagabundo, y el primero que me salga al paso me matará". 15 "Si es así, le dijo el Señor, el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces". Y el Señor puso una marca a Caín, para que al encontrarse con él, nadie se atreviera a matarlo. 16 Luego Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir a la región de Nod, al este de Edén.

Los descendientes de Caín

17 Caín se unió a su mujer, y ella concibió y dio a luz a Henoc. Caín fue el fundador de una ciudad, a la que puso el nombre de su hijo Henoc. 18 A Henoc le nació Irad. Irad fue padre de Mejuiael; Mejuiael fue padre de Metusael, y Metusael fue padre de Lamec.
19 Lamec tuvo dos mujeres: una se llamaba Adá, y la otra, Silá. 20 Adá fue madre de Iabal, el antepasado de los que viven en campamentos y crían ganado. 21 El nombre de su hermano era Iubal, el antepasado de los que tocan la lira y la flauta. 22 Silá, por su parte, fue madre de Tubal Caín, el antepasado de los forjadores de bronce y de los herreros. Naamá fue hermana de Tubal Caín.

El canto de Lamec

23 Lamec dijo a sus mujeres:
"¡Adá y Silá, escuchen mi voz:
mujeres de Lamec, oigan mi palabra!
Yo maté a un hombre por una herida,
y a un muchacho por una contusión.
24 Porque Caín será vengado siete veces,
pero Lamec lo será setenta y siete".
Set y su descendencia25 Adán se unió a su mujer, y ella tuvo un hijo, al que puso el nombre de Set, diciendo: "Dios me dio otro descendiente en lugar de Abel, porque Caín lo mató". 26 También Set tuvo un hijo, al que llamó Enós. Fue entonces cuando se comenzó a invocar el nombre del Señor

Capítulo 5. Los patriarcas anteriores al Diluvio

Los patriarcas anteriores al Diluvio

5 1 La lista de los descendientes de Adán es la siguiente:

Cuando Dios creó al hombre, lo hizo semejante a él. 2 Y al crearlos, los hizo varón y mujer, los bendijo y los llamó Hombre.
3 Adán tenía ciento treinta años cuando engendró un hijo semejante a él, según su imagen, y le puso el nombre de Set. 4 Después que nació Set, Adán vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas. 5 Adán vivió en total novecientos treinta años, y al cabo de ellos murió.
6 Set tenía ciento cinco años cuando fue padre de Enós. 7 Después que nació Enós, Set vivió ochocientos siete años y tuvo hijos e hijas. 8 Set vivió en total novecientos doce años, y al cabo de ellos murió.
9 Enós tenía noventa años cuando fue padre de Quenán. 10 Después que nació Quenán, Enós vivió ochocientos quince años y tuvo hijos e hijas. 11 Enós vivió en total novecientos cinco años, y al cabo de ellos murió.
12 Quenán tenía setenta años cuando fue padre de Mahalalel. 13 Después que nació Mahalalel, Quenán vivió ochocientos cuarenta años y tuvo hijos e hijas. 14 Quenán vivió en total novecientos diez años y al cabo de ellos murió.
15 Mahalalel tenía setenta y cinco años cuando fue padre de Iéred. 16 Después que nació Iéred, Mahalalel vivió ochocientos treinta años y tuvo hijos e hijas. 17 Mahalalel vivió en total ochocientos noventa y cinco años, y al cabo de ellos murió.
18 Iéred tenía ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Henoc. 19 Después que nació Henoc, Iéred vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas. 20 Iéred vivió en total novecientos sesenta y dos años, y al cabo de ellos murió.
21 Henoc tenía sesenta y cinco años cuando fue padre de Matusalén. 22 Henoc siguió los caminos de Dios. Después que nació Matusalén, Henoc vivió trescientos años y tuvo hijos e hijas. 23 Henoc vivió en total trescientos sesenta y cinco años. 24 Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó.
25 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando fue padre de Lamec. 26 Después que nació Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años y tuvo hijos e hijas. 27 Matusalén vivió en total novecientos sesenta y nueve años, y al cabo de ellos murió.
28 Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando fue padre de un hijo, 29 al que llamó Noé, diciendo: "Este nos dará un alivio en nuestro trabajo y en la fatiga de nuestras manos, un alivio proveniente del suelo que maldijo el Señor". 30 Después que nació Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años y tuvo hijos e hijas. 31 Lamec vivió en total setecientos setenta y siete años, y al cabo de ellos murió.
32 Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.

Capítulo 6. Corrupción Humana. Historia de Noe

Los hijos de Dios y las hijas de los hombres

6 1 Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, 2 los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron. 3 Entonces el Señor dijo: "Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el hombre, porque este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte años". 4 En aquellos días –y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad.

La corrupción de la humanidad

5 Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal, 6 se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón. 7 Por eso el Señor dijo: "Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado –y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo– porque me arrepiento de haberlos hecho". 8 Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor.

El anuncio del Diluvio y la orden de construir el arca
Esta es la historia de Noé.

9 Noé era un hombre justo, irreprochable entre sus contemporáneos, y siguió siempre los caminos de Dios. 10 Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11 Pero la tierra estaba pervertida a los ojos de Dios y se había llenado de violencia. 12 Al ver que la tierra se había pervertido, porque todos los hombres tenían una conducta depravada, 13 Dios dijo a Noé: "He decidido acabar con todos los mortales, porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a destruir junto con la tierra. 14 Constrúyete un arca de madera resinosa, divídela en compartimentos, y recúbrela con betún por dentro y por fuera. 15 Deberás hacerla así: el arca tendrá ciento cincuenta metros de largo, treinta de ancho y quince de alto. 16 También le harás un tragaluz y lo terminarás a medio metro de la parte superior. Pondrás la puerta al costado del arca y harás un primero, un segundo y un tercer piso. 17 Yo voy a enviar a la tierra las aguas del Diluvio, para destruir completamente a todos los seres que tienen un aliento de vida: todo lo que hay en la tierra perecerá. 18 Pero contigo estableceré mi alianza: tú entrarás en el arca con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. 19 También harás entrar en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes, de todo lo que es carne, para que sobrevivan contigo; deberán ser un macho y una hembra. 20 Irá contigo una pareja de cada especie de pájaros, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir. 21 Además, recoge víveres de toda clase y almacénalos, para que te sirvan de alimento, a ti y a ellos". 22 Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado.

Capítulo 7. Noé entra en el Arca. Comienza el Diluvio. La Tierra queda Inundada.

La entrada de Noé en el arca

7 1 Entonces el Señor dijo a Noé: "Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. 2 Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras 3 –también siete parejas de todas las clases de pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra. 4 Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice". 5 Y Noé cumplió la orden que Dios le dio.

El comienzo del Diluvio

6 Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra, Noé tenía seiscientos años. 7 Entonces entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del Diluvio. 8 Y los animales puros, los impuros, los pájaros y todos los seres que se arrastran por el suelo, 9 entraron por parejas con él en el arca, como Dios se los había mandado. 10 A los siete días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra. 11 Noé tenía seiscientos años, y era el decimoséptimo día del segundo mes. Ese día,
desbordaron las fuentes del gran océano
y se abrieron las cataratas del cielo.
12 Y una fuerte lluvia cayó sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. 13 Ese mismo día, habían entrado en el arca Noé, sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y las tres mujeres de sus hijos; 14 y junto con ellos, los animales de todas las especies: las fieras, el ganado, los reptiles, los pájaros y todos los demás animales con alas. 15 Todas las clases de seres que están animados por un aliento de vida entraron con Noé en el arca; y lo hicieron por parejas, 16 machos y hembras, como Dios se lo había ordenado. Entonces el Señor cerró el arca detrás de Noé.

La inundación

17 El Diluvio se precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la tierra. 18 Las aguas subían de nivel y crecían desmesuradamente sobre la tierra, mientras el arca flotaba en la superficie. 19 Así continuaron subiendo cada vez más, hasta que en todas partes quedaron sumergidas las montañas, incluso las más elevadas. 20 El nivel de las aguas subió más de siete metros por encima de las montañas. 21 Entonces perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el ganado, las fieras, todos los animales que se arrastran por el suelo, y también los hombres. 22 Murió todo lo que tenía un aliento de vida en sus narices, todo lo que estaba sobre el suelo firme. 23 Así fueron eliminados todos los seres que había en la tierra, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y los pájaros del cielo. Sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca. 24 Y las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.

Capítulo 8. Termina el Diluvio. Salida del Arca. El Sacrificio de Noé

La terminación del Diluvio

8 1 Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a bajar. 2 Se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la fuerte lluvia que caía del cielo. 3 Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra; y al cabo de ciento cincuenta días ya habían disminuido tanto, 4 que el decimoséptimo día del séptimo mes, el arca se detuvo sobre las montañas de Ararat. 5 Así continuaron disminuyendo paulatinamente hasta el décimo mes; y el primer día del décimo mes aparecieron las cimas de las montañas.
6 Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, 7 y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. 8 Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. 9 Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. 10 Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. 11 Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. 12 Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió.
13 La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. 14 Y el vigesimoséptimo día del mes, la tierra ya estaba seca.


La salida del arca

15 Entonces Dios dijo a Noé: 16 "Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. 17 Saca también a todos los seres vivientes que están contigo –aves, ganado o cualquier clase de animales que se arrastran por el suelo– y que ellos llenen la tierra, sean fecundos y se multipliquen". 18 Noé salió acompañado de sus hijos, de su mujer y de las mujeres de sus hijos. 19 Todo lo que se mueve por el suelo: todas las bestias, todos los reptiles y todos los pájaros salieron del arca, un grupo detrás de otro.

El sacrificio de Noé

20 Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. 21 Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. 22 De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán
la siembra y la cosecha,
el frío y el calor,
el verano y el invierno,
el día y la noche".

Capítulo 9. Dios Bendice a Noé. Dios Establece una Alianza con los Seres Vivos.

La bendición de Dios a Noé

9 1 Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. 2 Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. 3 Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. 4 Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre. 5 Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo.
6 Otro hombre derramará la sangre
de aquel que derrame sangre humana,
porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios.
7 Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y domínenla".


La alianza de Dios con todos los seres vivientes

8 Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: 9 "Además, yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, 10 y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. 11 Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra".

El arco iris, signo de la alianza

12 Dios añadió: "Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: 13 yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra. 14 Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, 15 me acordaré de mi alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales. 16 Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra. 17 Este, dijo Dios a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los mortales".

DESDE NOÉ HASTA ABRAHAM
Los hijos de Noé


18 Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. 19 A partir de estos tres hijos de Noé, se pobló toda la tierra.
20 Noé se dedicó a la agricultura y fue el primero que plantó una viña. 21 Pero cuando bebió vino, se embriagó y quedó tendido en medio de su carpa, completamente desnudo. 22 Cam, el padre de Canaán, al ver a su padre desnudo, fue a contárselo a sus hermanos, que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo pusieron los dos sobre la espalda y, caminando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre. Como sus rostros miraban en sentido contrario, no vieron a su padre desnudo.
24 Cuando Noé despertó de su embriaguez y se enteró de lo que había hecho su hijo menor, 25 dijo:
"¡Maldito sea Canaán!
Él será para sus hermanos
el último de los esclavos".
26 Y agregó:
"Bendito sea el Señor, Dios de Sem,
y que Canaán sea su esclavo.
27 Que Dios abra camino a Jafet,
para que habite entre los campamentosde Sem;
y que Canaán sea su esclavo".
28 Después del Diluvio, Noé vivió trescientos cincuenta años, 29 y en total, vivió novecientos cincuenta años. Al cabo de ellos, murió.

Capítulo 10. El Surgimiento de Naciones después del Diluvio

El catálogo de las naciones

10 1 Los descendientes de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet –que tuvieron hijos después del Diluvio– fueron los siguientes:
2 Los hijos de Jafet fueron Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mésec y Tirás. 3 Los hijos de Gómer fueron Asquenaz, Rifat y Togarmá. 4 Los hijos de Javán fueron Elisá, Tarsis, los Quitím y los Rodaním. 5 Estos fueron los hijos de Jafet, y a partir de ellos, se expandieron las naciones marítimas por sus respectivos territorios, cada una con su lengua, sus clanes y sus nacionalidades.
6 Los hijos de Cam fueron Cus, Misraim, Put y Canaán. 7 Los hijos de Cus fueron Sebá, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá. Los hijos de Ramá fueron Sebá y Dedán.
8 Cus fue padre de Nemrod, que llegó a ser el primer guerrero sobre la tierra. 9 Él fue un valiente cazador delante del Señor. Por eso se dice: "Valiente cazador delante del Señor como Nemrod". 10 Babilonia, Erec y Acad –todas ellas están en la región de Senaar– fueron el núcleo inicial de su reino. 11 De esa región salió para Asur, y edificó Nínive, con sus plazas urbanas, Calaj, 12 y Resen, entre Nínive y Calaj. Está última era la capital.
13 Misraim fue padre de los pobladores de Lud, Anám, Lehab, Naftuj, 14 Patrós y Casluj, y también de los pobladores de Caftor, de donde salieron los filisteos.
15 Canaán fue padre de Sidón, su primogénito, y de Het; 16 también de los jebuseos, de los amorreos, de los guirgasitas, 17 de los jivitas, de los arqueos, de los sineos, 18 de los arvaditas, de los semaritas y de los jamateos. Más tarde se expandieron los clanes de los cananeos, 19 y sus fronteras llegaron desde Sidón hasta Gaza por el camino de Guerar; y hasta Lesa, yendo hacia Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím. 20 Estos fueron los hijos de Cam, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos territorios y nacionalidades.
21 También le nacieron hijos a Sem, el padre de todos los hijos de Eber y el hermano mayor de Jafet. 22 Los hijos de Sem fueron Elám, Asur, Arpaxad, Lud y Arám. 23 Los hijos de Arám fueron Us, Jul, Guéter y Mas.
24 Arpaxad fue padre de Sélaj y este fue padre de Eber. 25 Eber tuvo dos hijos: el nombre del primero era Péleg, porque en su tiempo se dividió la tierra. Su hermano se llamaba Ioctán. 26 Ioctán fue padre de Almodad, Sélef, Jasarmávet, Iéraj, 27 Hadorám, Uzal, Diclá, 28 Obal, Abimael, Sebá, 29 Ofir, Javilá y Iobab. Todos estos fueron hijos de Ioctán. 30 Los lugares donde residieron se extendían desde Mesa, en dirección a Sefar, hasta la montaña de Oriente. 31Estos fueron los hijos de Sem, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos territorios y nacionalidades.
32 Estos fueron los clanes de los hijos de Noé, según sus orígenes y nacionalidades. A partir de ellos, las naciones se expandieron sobre la tierra después del Diluvio.

Capítulo 11. La Torre de Babel. Descendientes de Sem. Descendientes de Téraj. Orígenes del Pueblo de Dios. Abraham

La torre de Babel

11 1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras. 2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. 3 Entonces se dijeron unos a otros: "¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego". Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla. 4 Después dijeron: "Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra".
5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, 6 y dijo: "Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. 7 Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros". 8 Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.

Los descendientes de Sem

10 Esta es la descendencia de Sem:
Sem tenía cien años cuando fue padre de Arpaxad, dos años después del Diluvio. 11 Después que nació Arpaxad, Sem, vivió quinientos años, y tuvo hijos e hijas.
12 A los treinta y cinco años, Arpaxad fue padre de Sélaj. 13 Después que nació Sélaj, Arpaxad vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
14 A los treinta años Sélaj fue padre de Eber. 15 Después que nació Eber, Sélaj vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
16 A los treinta y cuatro años, Eber fue padre de Péleg. 17 Después que nació Péleg, Eber vivió cuatrocientos treinta años, y tuvo hijos e hijas.
18 A los treinta años, Péleg fue padre de Reú. 19 Después que nació Reú, Péleg vivió doscientos nueve años, y tuvo hijos e hijas.
20 A los treinta y dos años, Reú fue padre de Serug. 21 Después que nació Serug, Reú vivió doscientos siete años y tuvo hijos e hijas.
22 A los treinta años, Serug fue padre de Najor. 23 Después que nació Najor, Serug vivió doscientos años, y tuvo hijos e hijas.
24 A los veintinueve años, Najor fue padre de Téraj. 25 Después que nació Téraj, Najor vivió ciento diecinueve años, y tuvo hijos e hijas.
26 A los setenta años, Téraj fue padre de Abrám, Najor y Harán.


Los descendientes de Téraj

27 Esta es la descendencia de Téraj:
Téraj fue padre de Abrám, Najor y Harán. Harán fue padre de Lot, 28 y murió en Ur de los caldeos, su país natal, mientras Téraj, su padre, aún vivía. 29 Abrám y Najor se casaron. La esposa de Abrám se llamaba Sarai, y la de Najor, Milcá. Esta era hija de Harán, el padre de Milcá y de Iscá. 30 Sarai era estéril y no tenía hijos.
31 Téraj reunió a su hijo Abrám, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Sarai, la esposa de su hijo Abrám, y salieron todos juntos de Ur de los caldeos para dirigirse a Canaán. Pero cuando llegaron a Jarán, se establecieron allí. 32 Téraj vivió doscientos años, y murió en Jarán.

LOS ORÍGENES DEL PUEBLO DE DIOS: LA ÉPOCA PATRIARCAL

En las narraciones sobre los Patriarcas se encuentran reunidos los recuerdos que conservó Israel acerca de sus antepasados más remotos. Estos relatos provienen en buena parte de la tradición oral, una tradición donde la historia se reviste de rasgos legendarios, y que antes de ser fijada por escrito se mantuvo viva en la memoria del pueblo a lo largo de los siglos. De allí la frescura y vivacidad de esas narraciones casi siempre breves y anecdóticas, más interesadas en el detalle pintoresco que en la exactitud histórica, geográfica o cronológica.
Los principales protagonistas de esta historia son Abraham, Isaac y Jacob. La tradición los presenta como jefes de clanes, que se desplazan constantemente en busca de pastos y agua para sus rebaños. Todavía no forman un pueblo ni poseen una tierra. El país de Canaán no es para ellos una posesión estable, sino el lugar donde residen como extranjeros. Pero Dios les promete una descendencia numerosa y les asegura que sus descendientes recibirán esa tierra en herencia. Sobre esta promesa divina gira toda la historia patriarcal. En virtud de esta promesa, Dios se abre un nuevo camino en ese mundo que los primeros capítulos del Génesis nos presentan ensombrecido por el pecado. Así comienza la "Historia de la salvación".
La época de los Patriarcas se inicia con la vocación de Abraham y culmina con la llegada de un pequeño grupo de israelitas a Egipto. Esto indica que la gesta patriarcal, como la promesa de que ellos son depositarios, está totalmente orientada hacia el futuro, hacia el Éxodo de Egipto. En ese momento decisivo, el Señor intervendrá para formarse un Pueblo consagrado a él, dando así cumplimiento a las promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob.


ABRAHAM

Abraham es el peregrino que vive pendiente de la promesa de Dios. La Palabra del Señor irrumpió en su vida de una manera misteriosa e imprevisible, y lo puso en camino hacia un futuro totalmente nuevo. Obedeciendo a esa palabra divina, y sin otra garantía que su confianza en la fidelidad de Dios, Abraham rompió sus ataduras terrenas, sus vínculos nacionales y familiares, y partió hacia un país desconocido (Heb. 11. 8-10). Por ese acto de fe, que más de una vez se vio sometido a duras pruebas –sobre todo cuando Dios le ordenó sacrificar a su hijo Isaac– él llegó a ser el padre y el modelo de todos los creyentes (Rom. 4; Gál. 3. 7).
El Dios que se reveló a Abraham es aquel "que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen" (Rom. 4. 17). El relato bíblico lo pone bien de relieve, al indicar que el Patriarca, cuando recibió la promesa divina, era ya muy anciano y su mujer estéril. Así, el acontecimiento esperado –el nacimiento del hijo que daría continuidad a la promesa– no debe nada a la intervención de los hombres, sino que se realiza en virtud de la libre elección y del poder creador de Dios.
A partir de Abraham, el ámbito de la narración bíblica se estrecha cada vez más, hasta concentrarse exclusivamente en la historia de Israel. Pero esta limitación no implica falta de interés por las demás naciones, ya que, a través de Abraham, la bendición divina alcanzará finalmente a todas las familias de la tierra (12. 3).

Capítulo 12. Dios Se da a Conocer a Abrám y le llama a Seguirle.

El llamado de Dios a Abrám. El Señor dijo a Abrám:

12 1 "Deja tu tierra natal
y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré.2 Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré;engrandeceré tu nombre y serás una bendición.3 Bendeciré a los que te bendigany maldeciré al que te maldiga,y por ti se bendecirántodos los pueblos de la tierra".
4 Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él.
Cuando salió de Jarán, Abrám tenía setenta y cinco años. 5 Tomó a su esposa Sarai, a su sobrino Lot, con todos los bienes que habían adquirido y todas las personas que habían reunido en Jarán, y se encaminaron hacia la tierra de Canaán.
Al llegar a Canaán, 6 Abrám recorrió el país hasta el lugar santo de Siquém, hasta la encina de Moré. En ese tiempo, los cananeos ocupaban el país. 7 Entonces el Señor se apareció a Abrám y le dijo: "Yo daré esta tierra a tu descendencia". Allí Abrám erigió un altar al Señor, que se le había aparecido. 8 Después se trasladó hasta la región montañosa que está al este de Betel, y estableció su campamento, entre Betel, que quedaba al oeste, y Ai, al este. También allí erigió un altar al Señor e invocó su Nombre. 9 Luego siguió avanzando por etapas hasta el Négueb.
Abrám en Egipto
10 Entonces hubo hambre en aquella región, y Abrám bajó a Egipto para establecerse allí por un tiempo, porque el hambre acosaba al país. 11 Cuando estaba por llegar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: "Yo sé que eres una mujer hermosa. 12 Por eso los egipcios, apenas te vean, dirán: ‘Es su mujer’ , y me matarán, mientras que a ti te dejarán con vida. 13 Por favor, di que eres mi hermana. Así yo seré bien tratado en atención a ti, y gracias a ti, salvaré mi vida".
14 Cuando Abrám llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa, 15 y los oficiales de la corte, que también la vieron, la elogiaron ante el Faraón. Entonces fue llevada al palacio del Faraón. 16 En atención a ella, Abrám fue tratado deferentemente y llegó a tener ovejas, vacas, asnos, esclavos, sirvientas, asnas y camellos.
17 Pero el Señor infligió grandes males al Faraón y a su gente, por causa de Sarai, la esposa de Abrám. 18 El Faraón llamó a Abrám y le dijo: "¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me advertiste que era tu mujer? 19 ¿Por qué dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomara por esposa? Ahí tienes a tu mujer: tómala y vete". 20 Después el Faraón dio órdenes a sus hombres acerca de Abrám, y ellos lo hicieron salir junto con su mujer y todos sus bienes.

Capítulo 13. Abrám se Separa de su sobrino Lot. Dios Renueva Su Promesa a Abrán y Su Descendencia.

La separación de Abrám y de Lot

13 1 Desde Egipto, Abrám subió al Négueb, llevando consigo a su esposa y todos sus bienes. También Lot iba con él. 2 Abrám tenía muchas riquezas en ganado, plata y oro. 3 Después siguió avanzando por etapas desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde había acampado al comienzo, entre Betel y Ai, 4 donde estaba el altar que había erigido la primera vez. Allí Abrám invocó el nombre del Señor.
5 Lot, que acompañaba a Abrám, también tenía ovejas, vacas y carpas. 6 Y como los dos tenían demasiadas riquezas, no había espacio suficiente para que pudieran habitar juntos. 7 Por eso, se produjo un altercado entre los pastores de Abrám y los de Lot. En ese tiempo, los cananeos y los perizitas ocupaban el país.
8 Abrám dijo a Lot: "No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos. 9 ¿No tienes todo el país por delante? Sepárate de mí: si tú vas hacia la izquierda, yo iré hacia la derecha; y si tú vas hacia la derecha, yo iré hacia la izquierda". 10 Lot dirigió una mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra. 11Entonces Lot eligió para sí toda la región baja del Jordán y se dirigió hacia el este. Así se separaron el uno del otro: 12 Abrám permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma. 13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.


La renovación de la promesa

14 El Señor dijo a Abrám, después que Lot se separó de él: "Levanta los ojos, y desde el lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, 15 porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16 Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar los granos de polvo, también podrá contar tu descendencia. 17 Ahora recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque yo te lo daré".
18 Entonces Abrám trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.

Capítulo 14. Los cuatro reyes. Rescate de Lot. Abrám y Melquisedec

La campaña de los cuatro reyes

14 1 En tiempos de Amrafel, rey de Senaar, de Arioc, rey de Elasar, de Quedorlaomer, rey de Elám, y de Tidal, rey de Goím, 2 estos hicieron la guerra contra Berá, rey de Sodoma, Birsá, rey de Gomorra, Sinab, rey de Admá, Zeméber, rey de Seboím, y contra el rey de Belá, es decir, de Soar. 3 Todos ellos se concentraron en el valle de Sidím, que ahora es el mar de la Sal. 4 Durante doce años, habían estado sometidos a Quedorlaomer, pero al decimotercer año se rebelaron. 5 Y en el decimocuarto año, Quedorlaomer y los reyes que los acompañaban llegaron y derrotaron a los refaítas en Asterot Carnaim, a los zuzíes en Ham, a los emíes en la llanura de Quiriataim, 6 y a los hurritas en las montañas de Seír, cerca de El Parán, en el límite con el desierto. 7 Luego dieron vuelta hasta En Mispat –actualmente Cades– y sometieron todo el territorio de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hasasón Tamar. 8 Entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboím, y el rey de Belá –o Soar– avanzaron y presentaron batalla en el valle de Sidím 9 a Quedorlaomer, rey de Elám, a Tidal, rey de Goím, a Amrafel, rey de Senaar, y a Arioc, rey de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco.
10 El valle de Sidím estaba lleno de pozos de asfalto. Al huir, los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos, mientras que los demás escaparon a las montañas. 11 Los invasores se apoderaron de todos los bienes de Sodoma y Gomorra, y también de sus víveres. Y cuando partieron, 12 se llevaron a Lot, el sobrino de Abrám con toda su hacienda, porque él vivía entonces en Sodoma.

El rescate de Lot

13 Un fugitivo llevó la noticia a Abrám, el hebreo, que estaba acampado en el encinar de Mamré, el amorreo, hermano de Escol y de Aner; estos, a su vez, eran aliados de Abrám. 14 Al enterarse de que su pariente Lot había sido llevado cautivo, Abrám reclutó a la gente que estaba a su servicio –trescientos dieciocho hombres nacidos en su casa– y persiguió a los invasores hasta Dan. 15 Él y sus servidores los atacaron de noche, y después de derrotarlos, los persiguieron hasta Jobá, al norte de Damasco. 16 Así Abrám recuperó todos los bienes, lo mismo que a su pariente Lot con su hacienda, las mujeres y la gente.

El encuentro de Abrám con Melquisedec

17 Cuando Abrám volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey. 18 Y Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, 19 y bendijo a Abrám, diciendo:
"¡Bendito sea Abrám de parte de Dios, el Altísimo,creador del cielo y de la tierra! 20 ¡Bendito sea Dios, el Altísimo,que entregó a tus enemigos en tus manos!".
Y Abrám le dio el diezmo de todo.
21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abrám: "Entrégame a las personas y quédate con los bienes". 22 Pero Abrám le respondió: "Yo he jurado al Señor Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra, 23 que no tomaré nada de lo que te pertenece: ni siquiera el hilo o la correa de una sandalia. Así no podrás decir: ‘Yo enriquecí a Abrám’. 24 No quiero nada para mí, fuera de lo que mis servidores han comido. Solamente los hombres que me han acompañado, Aner, Escol y Mamré, recibirán su parte".

Capítulo 15. La Promesa de Dios a Abrám. La Alianza de Dios con Abrám

La promesa de Dios a Abrám

15 1 Después de estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos:
"No temas, Abrám.Yo soy para ti un escudo.Tu recompensa será muy grande".
2 "Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?". 3 Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero". 4 Entonces el Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti". 5 Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia". 6 Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación
.

La alianza de Dios con Abrám

7 Entonces el Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra". 8 "Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?". 9 El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma". 10 Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. 11 Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó.
12 Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. 13 El Señor le dijo: "Tienes que saber que tus descendientes emigrarán a una tierra extranjera. Allí serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años. 14 Pero yo juzgaré a la nación que los esclavizará, y después saldrán cargados de riquezas. 15 Tú, en cambio, irás en paz a reunirte con tus padres, y serás sepultado después de una vejez feliz. 16 Sólo a la cuarta generación tus descendientes volverán aquí, porque hasta ahora no se ha colmado la iniquidad de los amorreos".
17 Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. 18 Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo:
"Yo he dado esta tierra a tu descendencia,
desde el Torrente de Egiptohasta el Gran Río,
el río Éufrates: 19 los quenitas, los quenizitas, los cadmonitas, 20 los hititas, los perizitas, los refaím, 21 los amorreos, los cananeos, los guirgasitas y los jebuseos".

Capítulo 16. Nacimiento de Ismael Hijo de Agar.

El nacimiento de Ismael

16 1 Sarai, la esposa de Abrám, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar. 2 Sarai dijo a Abrám: "Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos". Y Abrám accedió al deseo de Sarai.
3 Ya hacía diez años que Abrám vivía en Canaán, cuando Sarai, su esposa, le dio como mujer a Agar, la esclava egipcia. 4 Él se unió con Agar y ella concibió un hijo. Al ver que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. 5 Entonces Sarai dijo a Abrám: "Que mi afrenta recaiga sobre ti. Yo misma te entregué a mi esclava, y ahora, al ver que está embarazada, ella me mira con desprecio. El Señor sea nuestro juez, el tuyo y el mío". 6 Abrám respondió a Sarai: "Puedes disponer de tu esclava. Trátala como mejor te parezca". Entonces Sarai la humilló de tal manera, que ella huyó de su presencia.
7 El Ángel del Señor la encontró en el desierto, junto a un manantial –la fuente que está en el camino a Sur– 8 y le preguntó: "Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y adónde vas?". "Estoy huyendo de Sarai, mi dueña", le respondió ella. 9 Pero el Ángel del Señor le dijo: "Vuelve con tu dueña y permanece sometida a ella". 10 Luego añadió: "Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie podrá contarlos".
11 Y el Ángel del Señor le siguió diciendo:
"Tú has concebido y darás a luz un hijo,
al que llamarás Ismael,
porque el Señor ha escuchado tu aflicción.
12 Más que un hombre,será un asno salvaje:
alzará su mano contra todos
y todos la alzarán contra él;
y vivirá enfrentado a todos sus hermanos".
13 Agar llamó al Señor, que le había hablado, con este nombre: "Tú eres El Roí, que significa ‘Dios se hace visible’", porque ella dijo: "¿No he visto yo también a aquel que me ve?". 14 Por eso aquel pozo, que se encuentra entre Cades y Bered, se llamó Pozo de Lajai Roí, que significa "Pozo del Viviente que me ve".
15 Después Agar dio a Abrám un hijo, y Abrám lo llamó Ismael. 16 Cuando Agar lo hizo padre de Ismael, Abrám tenía ochenta y seis años.

Capítulo 17. La Circuncisión. El nacimiento de Isaac

La circuncisión, signo de la alianza

17 1 Cuando Abrám tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
"Yo soy el Dios Todopoderoso.
Camina en mi presencia y sé irreprochable.
2 Yo haré una alianza contigo,
y te daré una descendencia muy numerosa".
3 Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo: 4 "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones. 6 Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. 7 Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. 8 Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios".
9 Después, Dios dijo a Abraham: "Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones. 10 Y esta es mi alianza con ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes: todos los varones deberán ser circuncidados. 11 Circuncidarán la carne de su prepucio, y ese será el signo de mi alianza con ustedes. 12 Al cumplir ocho días, serán circuncidados todos los varones de cada generación, tanto los nacidos en la casa como los que hayan sido comprados a un extranjero, a alguien que no es de tu sangre. 13 Sí, tanto los nacidos en tu casa como los que hayan sido comprados, serán circuncidados. Así ustedes llevarán grabada en su carne la señal de mi alianza eterna. 14 Y el incircunciso, aquel a quien no se haya cortado la carne de su prepucio, será excluido de su familia, porque ha quebrantado mi alianza".


El anuncio del nacimiento de Isaac

15 También dijo Dios a Abraham: "A Sarai, tu esposa, no la llamarás más Sarai, sino que su nombre será Sara. 16 Yo la bendeciré y te daré un hijo nacido de ella, al que también bendeciré. De ella suscitaré naciones, y de ella nacerán reyes de pueblos". 17 Abraham cayó con el rostro en tierra, y se sonrió, pensando: "¿Se puede tener un hijo a los cien años? Y Sara, a los noventa, ¿podrá dar a luz?". 18 Entonces Abraham dijo a Dios: "Basta con que Ismael viva feliz bajo tu protección". 19 Pero Dios le respondió: "No, tu esposa Sara te dará un hijo, a quien pondrás el nombre de Isaac. Yo estableceré mi alianza con él y con su descendencia como una alianza eterna. 20 Sin embargo, también te escucharé en lo que respecta a Ismael: lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia muy numerosa; será padre de doce príncipes y haré de él una gran nación. 21 Pero mi alianza la estableceré con Isaac, el hijo que Sara te dará el año próximo, para esta misma época". 22 Y cuando terminó de hablar, Dios se alejó de Abraham.
23 Entonces Abraham tomó a su hijo Ismael y a todos los demás varones que estaban a su servicio –tanto los que habían nacido en su casa como los que había comprado– y aquel mismo día les circuncidó la carne del prepucio, conforme a la orden que Dios le había dado. 24 Cuando fueron circuncidados, Abraham tenía noventa y nueve años, 25 y su hijo Ismael, trece. 26 Abraham e Ismael fueron circuncidados el mismo día; 27 y todos los varones de su servidumbre, los nacidos en su casa y los comprados a extranjeros, fueron circuncidados junto con él.

Capítulo 18. Visita del Señor a Abraham en Mambré. La intercesión de Abraham en favor de Sodoma

La visita del Señor a Abraham en Mambré

18 1 El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mambré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. 2 Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo, 3 diciendo: "Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. 4 Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. 5 Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!". Ellos respondieron: "Está bien. Puedes hacer lo que dijiste".
6 Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: "¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas". 7 Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. 8 Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
9 Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". "Ahí en la carpa", les respondió. 10 Entonces uno de ellos le dijo: "Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo". Mientras tanto, Sara había estado escuchando a la entrada de la carpa, que estaba justo detrás de él. 11 Abraham y Sara eran ancianos de edad avanzada, y los períodos de Sara ya habían cesado. 12 Por eso, ella rió en su interior, pensando: "Con lo vieja que soy, ¿volveré a experimentar el placer? Además, ¡mi marido es tan viejo!". 13 Pero el Señor dijo a Abraham: "¿Por qué se ha reído Sara, pensando que no podrá dar a luz, siendo tan vieja? 14 ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? Cuando yo vuelva a verte para esta época, en el año entrante, Sara habrá tenido un hijo". 15 Ella tuvo miedo, y trató de engañarlo, diciendo: "No, no me he reído". Pero él le respondió: "Sí, te has reído".


La intercesión de Abraham en favor de Sodoma

16 Después, los hombres salieron de allí y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham los acompañó para despedirlos. 17 Mientras tanto, el Señor pensaba: "¿Dejaré que Abraham ignore lo que ahora voy a realizar, 18 siendo así que él llegará a convertirse en una nación grande y poderosa, y que por él se bendecirán todas las naciones de la tierra? 19 Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él, que se mantengan en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así el Señor hará por Abraham lo que ha predicho acerca de él". 20 Luego el Señor añadió: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, 21 que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré".
22 Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham. 23 Entonces Abraham se le acercó y le dijo: "¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? 24 Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? 25 ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?". 26 El Señor respondió: "Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos".
27 Entonces Abraham dijo: "Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. 28 Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?". "No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco", respondió el Señor. 29 Pero Abraham volvió a insistir: "Quizá no sean más que cuarenta". Y el Señor respondió: "No lo haré por amor a esos cuarenta".
30 "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si encuentro allí a esos treinta". 31 Abraham insistió: "Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte". "No la destruiré en atención a esos veinte", declaró el Señor. 32 "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la destruiré". 33 Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.